Los autores adaptan al cómic la novela homónima de Paul Auster. En ella Daniel Quinn, escritor de novelas policíacas bajo seudónimo, tras una llamada equivocada, se convierte en detective improvisado suplantando a un tal Paul Auster. Su nuevo trabajo le descubrirá la historia oscura y terrible de su cliente, y para protegerlo iniciará el seguimiento y vigilancia de un nuevo individuo, nada corriente.
No creo que fuese fácil adaptar la novela original al formato gráfico, pero en mi opinión el resultado está muy logrado. A través de las pequeñas viñetas en blanco y negro, se transmite no solo la complejidad de la trama en sí sino también todos sus elementos diferenciales, como los juegos de identidad, sentimientos, divagaciones, angustia; incluso la aparición de Paul Auster, el escritor, y las referencias al Quijote son gráficamente muy acertadas. También es interesante la introducción de Art Spiegelman, impulsor de la adaptación ilustrada, que cuenta brevemente cómo surgió la idea y el proceso de creación de la obra.
Lectura muy recomendable, que además de ser una fiel adaptación, tiene entidad por sí sola y no es necesario haber leído la primera parte de la Trilogía de Nueva York para disfrutarla.