Maquetada de forma singular, Último round (1969) se divide en dos volúmenes que invitan al lector al juego (una intención que el autor ha remarcado en obras como Rayuela o 62/Modelo para Armar) desde su portada cubierta de pequeños fragmentos textuales a modo de sección de anuncios de diario. Si hubiera que describir esta obra en pocas palabras, éstas podrían ser collage literario: los microrrelatos y microensayos se alternan con fotografías y poemas. De un fragmento textual a otro, la tipografía no se mantiene constante e incluso la orientación del texto pasa en ciertos puntos al pasado para volver más adelante a la orientación normal.