Arethusa Clayton siempre fue una mujer muy especial… acostumbrada a salirse con la suya. Ahora ya no está, pero dejó instrucciones precisas de sus últimas voluntades. En vez de ser enterrada en la acomodada Costa Este de EE.UU., donde ella y su difunto marido criaron a sus hijos, Arethusa quiere que sus cenizas sean esparcidas en un lugar remoto de Irlanda, concretamente en unas colinas frente al mar y junto a un castillo. Todo cuanto Arethusa le explicó a su hija Faye es que creció en el seno de una familia humilde y que dejó Irlanda, sola, para empezar una nueva vida en EE.UU., como hicieron tantas personas en tiempos de adversidades. Pero ¿quién era su familia? ¿Dónde están ahora? ¿Y quién es el misterioso benefactor de una parte importante de su testamento? Arethusa ha muerto y no tiene familia cercana que pueda contar su historia. O al menos, no en esa parte del mundo. Por eso, Faye decide viajar al pintoresco pueblo de Ballinakelly, dispuesta a cumplir con el deseo de su madre y descubrir todos los secretos que allí se ocultan.