Paolo Cognetti hace una crónica del viaje que, en ocasión de sus cuarenta años, realizó por el Dolpo, un altiplano de Nepal, a finales de 2017, durante alrededor de un mes. Una expedición que, entre alpinistas, porteadores, mulas, e incluso una perrita que los acompañó, sumaban una caravana de más de cuarenta miembros. Y a pesar de ir con dos buenos amigos, Paolo “sabía que en la montaña cada cual camina solo incluso cuando va acompañado”. En ese sentido emprende un camino en el que espera penetrar en los secretos de la montaña, a la búsqueda de los vestigios de la antigua cultura tibetana, en el fondo un viaje introspectivo de descubrimiento de uno mismo. Su objetivo no es ninguna cumbre, “el bien más preciado de la cumbre es el sendero”.
No es este un diario detallado del día a día de la expedición, sino un pequeño cuaderno de viaje en el que plasma sus reflexiones y experiencias más importantes. Lo acompaña en su periplo “El leopardo de las nieves”, de Peter Matthiessen, un libro en el que su autor describe su aventura por el Dolpo en 1973. Cognetti se identifica constantemente con lo que lee, y siente que sus pensamientos se llegan a mezclar con los de Peter.
Pero no solo hay bellos encuentros y meditaciones en esta travesía; subiendo y bajando desniveles durante semanas, el autor se ve atacado por “el demonio de las alturas” remontando cincomiles, ese malestar físico que casi le imposibilita dar un paso más. Un viaje físico que se convierte en un peregrinaje interior en el que descubre grandes verdades, en el que “la montaña me conducía a lo esencial”. La lectura en su conjunto resulta una mezcla de descripciones, pensamientos y sensaciones que resulta muy interesante y amena.
Es un libro descriptivo, con ilustraciones y pequeños mapas dibujados por el autor que resultan bastante aclaratorios. Su estilo es directo y sencillo, algo melancólico y no excesivamente profundo. Una de esas lecturas que nos da una visión distinta del mundo y en la que los pequeños detalles se convierten en lo más importante, como una corriente de aire fresco. “Andar era nuestra misión diaria, nuestra medida del tiempo y el espacio”. Me ha gustado y lo recomiendo.