Una ruptura amorosa obliga a la narradora a regresar a la casa de la Tumbona, su madre. Su separación de Julia se vislumbra más llevadera rodeada de plátanos, guayabos y pomelos y con el rumor de las olas del mar de fondo. Sin embargo, la tensa relación con la Tumbona y los apáticos hermanos convierte pronto el espacio en un tragicómico purgatorio lleno de silencios, crujidos y lirismo macabro.