Es la segunda novela de Edward Rutherfurd que leo (la primera fue Sarum) y, mientras que la anterior me resultó por momentos algo pesada o confusa, en esta ocasión me ha mantenido enganchado durante prácticamente toda su extensión. Exceptuando el arranque del libro, algo lento, el resto es sumamente entretenido y refleja muy bien la idiosincrasia de la sociedad rusa (sobre todo la rural) y la enorme importancia que ha representado en ella tanto las tradiciones como, sobre todo, la religión, en un país gigantesco que concita elementos tanto europeos como orientales y en los que el uso de la violencia, ejercida por el/los que han ostentado el poder en cada momento, sobre todo en la Edad Contemporánea, empequeñece la de cualquier otro lugar del mundo desarrollado. Muy recomendable.
hace 1 año