Escritos -salvo «El inquisidor» (1950)- entre 1939 y 1947, los relatos reunidos en Los usurpadores significaron la reanudación de la brillante trayectoria literaria de Francisco Ayala, interrumpida por la Guerra Civil y el exilio. Inspiradas en personajes bien conocidos de nuestro pasado, como Enrique II el Doliente o Carlos ll el Hechizado, y marcadas por las dolorosas experiencias desencadenadas por el conflicto bélico, la idea en torno a la cual giran las narraciones que integran el volumen no es otra que la de que «el poder ejercido por el hombre sobre su prójimo es siempre una usurpación».