¿Fue Nerón ese Anticristo de los cristianos que, tras el incendio de Roma, los culpó y los envió a la hoguera para alumbrar una de sus fiestas imperiales? Sereno Salinator, desde la tranquila lucidez que da la senectud, en su retiro de Capua recuerda los terribles años de Calígula y de su sobrino Nerón. Descendiente de Gayo Fusco Salinator, legado de Craso que escribió la Historia de la Guerra Servil que inmortalizó a Espartaco y su rebelión de los esclavos, Sereno Salinator rememora con alivio cómo fue uno de los pocos que sobrevivió al estremecedor periodo de Nerón. Un emperador peculiar que se exhibía como actor, como cantante, como auriga y como poeta. Que se daba baños de masas en el anfiteatro tras recitar, cantar e interpretar ante una plebe que lo aclamaba, mientras ordenaba los asesinatos de su madre, Agripina; de su hermanastro Británico; y de su esposa, Claudia Octavia, para desposarse con Popea, a la que también terminaría matando. Su reinado fue un cúmulo de torturas y ejecuciones, temiendo conspiraciones, reales e imaginarias, por doquier. Un escenario de terror que contrastaba con el hecho de que tuviera por consejeros al filósofo Séneca y al escritor Petronio, a los que también obligó a suicidarse. Max Gallo, recurriendo a sus cualidades de historiador y novelista, recupera aquellos tiempos legendarios de la mano de un testigo de la Roma de Nerón. En esta poderosa evocación, el emperador, desenfrenado y cruel, se convierte en la maléfica y enloquecida encarnación del poder más absoluto que un hombre haya ejercido jamás sobre un territorio. Un espejo en el tiempo del totalitarismo populista contemporáneo. Nerón. El reino del Anticristo es la segunda novela del quinteto Los Romanos. La primera fue Espartaco. La rebelión de los esclavos.