Constantino el Grande cambió el destino del mundo. Convirtió al perseguido cristianismo en la religión imperial, y él mismo fue bautizado en su lecho de muerte, en 337. ¿A qué se debió esa revolución, el abandono de los dioses paganos y el reconocimiento de la divinidad de Cristo? ¿Fue por un milagro, ya que al parecer, en la víspera de una batalla, Constantino leyó en el cielo, bajo una cruz, la inscripción Con esta señal vencerás? ¿O es que Constantino buscó, en lucha contra sus rivales, el apoyo de las comunidades cristianas, presentes en todo el Imperio y que habían resistido a las persecuciones, a las "tormentas de muerte" desatadas por Nerón o Diocleciano? Max Gallo, a través de la voz de Dionisio el Viejo, no deja de hacerse estas preguntas. Constantino fue un emperador hábil y cruel, fiel a los cultos paganos a la vez que protector de los cristianos. Como Nerón, ordenó asesinar a sus parientes, pero se presentó ante la Iglesia como su defensor. Max Gallo ha escrito la novela de la gran revolución de la Antigüedad. De su mano recorremos las ciudades de Lyon, Arles y Tréveris, así como las provincias del Imperio. Asistimos a la fundación de la Nova Roma, Constantinopla, la ciudad del emperador que debe sustituir a la Roma pagana.