Desde los tiempos de Iván el Terrible, generaciones de líderes rusos han convertido el Kremlin en una fortaleza, equipando el laberinto que forma su subsuelo con cámaras acorazadas y tesoros de valor incalculable. Michael Saint Pierre, maestro entre ladrones, tiene la mayor de las motivaciones para orquestar un asalto al santuario del poder ruso: dos vidas están en juego. Y miles de años de creencias religiosas penden de su éxito o su fracaso.