Convertido en prototipo, inimitable pero provocador de secuelas, clasificado por algunos dentro de una literatura irracional, Thomas Bernhard demostró en toda su obra que por el contrario todo está calculado en sus textos, todo responde a una mecánica precisa destinada a llevar al lector al sufrimiento y la exasperación. Sus obsesiones son universales y antiquísimas (la muerte, la incapacidad para la vida social) y están expresadas sin tapujos ni simbolismos, arropadas por una honda y envolvente reflexión que con frecuencia solo conduce a una ausencia de salidas y a una mayor desesperación. «Los comebarato» es un único bloque monolítico de texto enlazado, sin un solo punto y aparte, sin un solo respiro en la carrera agotadora de seguir el monólogo de Koller, el protagonista, que se mezcla con el monólogo del narrador. «Los comebarato» es el relato de la destrucción, destrucción de la vida del protagonista abocado a la incapacidad de producir su obra y abocado a la incapacidad para la vida social; destrucción del texto sobre sí mismo, que marea y hace perder el ritmo y el sentido; destrucción con ello de la estética tradicional, que hace imposible clasificar su prosa en género alguno.