La enfermedad de la madre, Mariana, de origen incierto y consecuencias imprevisibles, la obliga a permanecer en casa, a solas con sus recuerdos de un tiempo en que la familia se mantenía unida ante la adversidad de los «años duros». Mariana sufre ataques epilépticos y ya no es el elemento aglutinador del hogar. Diego, el hijo menor, está a punto de terminar el servicio militar, alimentando su resentimiento contra la mentira de su época, que no es otra cosa que la verdad de la época de su padre, Armando, quien, a cargo de un hotel de lujo para turistas, debe lidiar con sus inamovibles convicciones socialistas, las pequeñas corruptelas de sus empleados y el hecho de que su hija mayor, María, haya abandonado los estudios en busca de unas condiciones de vida dignas y ahora trabaje como camarera en ese mismo hotel. Las llamadas anónimas que recibe Mariana, en las que una voz chillona le canta al teléfono las dolorosas verdades de la familia, no hacen sino deteriorar su salud y subrayar el abismo que se abre entre sus integrantes. Compuesta a cuatro voces con una naturalidad sólo al alcance de los grandes narradores, la primera novela de Carlos Manuel Álvarez se enfrenta sin concesiones al microcosmos de una familia que se revela metáfora de una sociedad en la que las promesas nunca se cumplieron y las distintas verdades se rebaten entre sí.