Las sandalias de plata es una narración que se desenvuelve formalmente en torno a un asunto policíaco y judicial muy sui generis, que implica a muchas pequeñas vidas del entorno en que ocurre; pero en realidad esas vidas son arrastradas mucho más profundamente por los cambios de los tiempos: la transición política española y la modernización del país que las llevan a la insignificancia y a la marginalidad más absolutas, mientras todo su entorno se pudre. La tempestad en un vaso de agua de los cambios alza a los triunfadores de siempre y hunde también a las víctimas de siempre, como parece descubrir por su cuenta el protagonista de esta historia, Blas Civicos: un Inocente que pesa y mide a todo el mundo y a lo que pasa y no pasa, y sobre todo recuerda; y, finalmente, anuncia una especie de porvenir luminoso para miles de años. El escritor echa esta vez también por un camino nuevo en su técnica narrativa, y el lector es invitado ante todo a escuchar hasta desear intervenir en los diálogos que oye, y que no sólo le enteran de lo que se dice o sucede o va a suceder detrás de las puertas, sino también en los adentros de los personajes y a través de ese ruido de los cambios y las transiciones, cosas que al cabo resultan tan trasparentes y sencillas como la lengua que aquí se habla: la de contar historias simplemente. Incluso si está llena, como no podía menos de ser, de retrancas, ironías y «maldades» y de la carnalidad y el sentimiento de una lengua inocente y verdadera.