LA VERDAD EN PINTURA

LA VERDAD EN PINTURA DERRIDA, JACQUES

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Resumen

Quien lea el título de este libro puede imaginarse que se abordan aquí, al menos, cuatro cuestiones distintas. En primer lugar, podría tratarse de un ensayo acerca de lo verdaderamente pictórico, en el sentido de lo esencial, lo central o lo específico, por oposición a lo secundario, lo marginal o lo accesorio. Y es de alguna manera la cuestión que Derrida encara en el primer ensayo de este volumen: eso que Kant llamaba el parergon (marco u ornato) ¿pertenece o no a la obra?, ¿es una parte esencial o suplemento adventicio? En segundo lugar, este libro podría abocarse al problema de las pinturas verdaderas y falsas, el de la autenticidad, digamos, y el de ese trazo singular del autor tan buscado por los especialistas. Relación de la obra con una firma o un ?yo? que Derrida cuestiona en su segundo ensayo a propósito de una colección de dibujos de Valerio Adami. En tercer lugar, el lector de este título podría suponer que se trata de preguntarse aquí cuándo una pintura es verdadera, es decir, cuándo se adecua perfectamente a un original, lo cual supone que éste es anterior a aquella, como el modelo a la copia, y que no hace sino repetirlo. Problema de la repetición y de la serie que Derrida aborda a través de una lectura de una exposición de Titus-Carmel. Finalmente, podría tratarse aquí del problema de la verdad acerca de la pintura ?o de la obra de arte considerada como el objeto de un discurso erudito?, pero también de la pintura como lugar en el que la filosofía, por ejemplo, puede encontrar una verdad. Y es toda la cuestión que parece animar el debate entre Martin Heidegger y Meyer Shapiro en torno de Los zapatos de Vincent Van Gogh, debate que Derrida desconstruye en su último ensayo: ?Restituciones?. La verdad en pintura, pues, no es sólo un libro en torno de la pintura ?en sus límites, sus márgenes, en lo que la rodea, como se complace en afirmar el propio autor? sino también, y por sobre todo, un libro en torno de la verdad. Y de la filosofía occidental, además, desde el momento en que ésta convirtió la pintura tanto en modelo como en representación de la propia verdad.