Parte de las ideas del libro me parecen oportunas: valorar la sencillez, la belleza que nos rodea y aportar amor a nosotros mismos y al mundo. Sin embargo, ante un malestar psicológico profundo y complejo, este libro me ha generado cierta frustración y culpabilidad por sentirme mal. El método de solución a la infelicidad general que propone es muy básico: con muy poco se puede ser feliz, y disfrutar de la vida. Esta idea ya la conocía antes de leer el libro y me parece obvia. Sin embargo, no vale de nada si no se considera el contexto y las circunstancias de cada persona. Pasa por alto la esencia del ser humano: su interdependencia. Como persona necesito sentirme integrada en la sociedad, donde no basta con comer y dormir. Hay un engranaje multicapa muy complejo, donde la felicidad individual, bandera del liberalismo económico, va en contra de los principios básicos de la vida humana en común. Claro, si tus circunstancias te lo permiten, este mensaje va genial. El libro puede resumirse con: ‘No dejes que te afecte, sonríe y piensa que la vida es maravillosa’. Ojala fuera así de simple, pero no lo es. El conjunto de ejemplos de superación que le sirven de argumento me generan angustia ante mi vulnerabilidad y la frivolización que hace ante acontecimientos muy duros como un duelo me parece insultante. En conclusión: el mensaje general es sencillo y puede ser útil en determinadas circunstancias, pero no profundiza en la complejidad del ser humano y me ha parecido una píldora de anestesia momentánea.
hace 4 años