Conclusión de una saga extensa y que se me hizo pesada en muchas ocasiones. Si crees que Tolkien describe demasiado las cosas, es que no has leído Añoranzas y pesares. Cierto es lo que leí una vez sobre este libro. Decía: "la acción no empieza hasta la página 100". Así que 100 páginas es lo que tenemos de presentación de personajes y del escenario, aunque no de todos. Luego comienza la aventura de Simón, un adolescente que después de tantas aventuras y desventuras tiene exactamente el mismo final (y principio) que Garion, el protagonista de Las crónicas de Belgarath. Si hay una cosa que el autor hizo bien, es comprender y mostrar la estupidez de los adolescentes, y no solo lo hizo con Simón. Pero Simón no será el único personaje sobre el que haya protagonismo. Ahora no podría contar cuántos son, pero el autor no tiene miedo de dedicarles párrafos o capítulos enteros a este o a aquel personaje que está a leguas de distancia haciendo otra cosa, por irrelevante que sea. Muchas fueron las veces en las que puse el piloto automático de lectura y pasé por encima de las líneas como si leyera el prospecto de un medicamento. Todo esto para llegar a un final que no me hizo sentir más que la sensación de que el escritor estaba más ocupado en mostrar su habilidad con la escritura que en hacer que lo que sucedía tuviera sentido. Llegué hasta esta parte porque en ocasiones sentía interés por saber qué iba a suceder, pero en cuanto cerré el libro supe que no volvería a leerlo. En definitiva, una lectura muy pesada que puede merecer la pena si eres paciente. Y si escribes, te puede enseñar un par de cosas. Sobre todo, a no abusar de las preguntas retóricas, porque en Añoranzas y pesares hay miles de ellas, y personalmente, acabé hasta el gorro de ellas y de su nula aportación.
hace 5 años