Nora tiene 17 años cuando su vida , bruscamente azotada por la tragedia, experimenta un cambio radical. Ha muerto su padre y la muchacha tiene que abandonar el pensionado donde estudia, despedirse de la apacible Inglaterra y zarpar rumbo a la salvaje Australia. Donde le aguarda la aventura de un destino desconocido. El padre de Nora había emigrado allí, en busca de fortuna. La encontró, pero, como consecuencia directa de ese hallazgo, también encontró la muerte. Al no renunciar a su oro, le asesinaron. Durante la travesía, Nora creer haber descubierto el amor. Llega a convencerse de que ella y el hijo de su tutor han nacido el uno para el otro. Pero es un espejismo. Y uno de los múltiples episodios -inquietantes, esperanzadores, dolorosos, emotivos, alegres- que en el futuro van a agitar la existencia de la joven. Una existencia que, en principio, se vea influida por la dominante personalidad de su tutor, Charles Herrick, hombre indomable, cruel, obsesionado por un viejo resentimiento. Sin embargo, la mayor influencia la ejercerá el propio dinamismo de la acción, cuajada de sorpresas, accidentes, sobresaltos, peligros, homicidios... Historia tumultuosa, subyacente, el interés de su desarrollo se apodera del ánimo del lector, desde la primera página, y lo mantiene en suspenso hasta que la palabra fin remata la novela.