Rainer Solheimsen, capitán del Valhala no solía aceptar encargos de aquella naturaleza, prefería que la Corona y sus problemas los resolviesen ellos mismos, pero cuando la misión llamó a su puerta, entendió que él mismo podía sacar tajada. Él no era un santo y había estado demasiado tiempo detrás de aquellas tierras como para perder la oportunidad de que las escrituras de las mismas pasasen a su nombre. El viaje prometía ser tedioso y aburrido… hasta que un polizón de ojos dorados apareció en sus bodegas. Ella… una gata de ojos dorados. Habiéndose librado por poco del incendio que asoló la prisión, Cat encontró su mejor oportunidad para abandonar la inmundicia de Londres a bordo de uno de los barcos mercantes del puerto. Se infiltraría como polizón y surcaría los mares a dónde quiera que fuese, cualquier cosa para huir de Londres y encontrar un nuevo hogar. Con lo que no contaba, era que el barco perteneciera al único hombre que debía evitar a toda costa, aquel al que había robado y el cual podría enviarla de nuevo a la cárcel y robarle la libertad que tanto ansiaba para siempre. Londres prometía ser el campo de batalla de una guerra que ninguno de los dos estaba dispuesto a perder.