Puede considerarse esta novela un mordaz fresco de Hispanoamérica. La acción se desenvuelve en un país indeterminado, que sintetiza al continente o expresa la nostalgia por su unidad perdida. El hombre, contradictorio y abismal, abre su anatomía en diversos cortes. Algunos personajes asumen rasgos caricaturescos. Su presencia y pensamiento en distintos planos suelen enherbrarse mediante "leit-motiv": epístola, cursiva, puntuación, crueldad. "La cruz invertida" invita continuamente a la reflexión. Numerosos capítulos llevan el título de los libros bíblicos en que se inspiran, pero con su respectiva autonomía e integrando una cerrada unidad. Su lenguaje refleja el rostro del continente dionisiaco: claro, enigmático, voluble, cruel, tierno, y casi siempre simbólico. Como en la Biblia -novela del cosmos-, la totalidad pretende ser absorbida (y con ella el Bien, el Mal, el Gris), pero la frustración amputa proyectos. Entre la razón y el delito sopla el viento de la esperanza. Premio Planeta 1970.