De día y con las ventanas cerradas, por los vecinos. Es así como más le gusta a Elizabeth. Ella introduce la mano en el pantalón de yoga tamaño XXL de Georg, su marido, y a partir de ahí traiciona a su madre, que trataba de enseñarle que el sexo era algo malo. Enseñanza fallida, porque sólo durante el sexo se siente realmente libre y no piensa en los sinsabores de su existencia. Por ejemplo, la boda con su exnovio que nunca tuvo lugar. Tras aquel accidente, Georg compró a Elizabeth como quien compra un camello en el bazar. Desde entonces ella se desvive por lograr una meta: no separarse nunca de él. Furores íntimos habla del matrimonio y la familia en un tono sin precedentes, a la vez que explora, con audacia y humor feroz, cada resquicio del alma de una joven desorientada.