¿Qué influencia ejercemos sobre las personas que nos rodean? ¿Cómo repercute en los otros una palabra dicha al azar, un gesto inadvertido e incluso un giro en la mirada? ¿Qué huella podemos dejar en los demás mediante el amor, el desprecio o la piedad? Éste es el lema de Flores de plomo. En él, Zúñiga evoca la cadena invisible que une los actos a las emociones que éstos despiertan en la obligada dependencia de los destinos humanos.