Pablo Monfort, pintor de fama internacional, descubre que padece una grave enfermedad y decide retirarse al añorado pueblo aragonés de su infancia. Entre los escasos habitantes, se relaciona con un médico chileno y un anciano, representante de un mundo rural que desaparece. En el caserón familiar evoca el pasado. Allí fraguó amistad con Ernesto, un muchacho de Madrid que le abrió los ojos a la Pintura, mientras su amigo quedaba fascinado por el campo. Un verano llegó el sobresalto: Martine, una muchacha francesa sorda, tan sensible como bella, que todavía condiciona hoy la vida de ambos. Pablo se cree solo porque sacrificó la familia por la Pintura. Pero nada es como parece: Elena, la hija altanera que lo quiere y odia a partes iguales, vigila la evolución de la salud del pintor a través del médico, que se irá revelando como un personaje central. En dos tramas amorosas paralelas, se plantean cuestiones esenciales: la amistad, el amor, la función del arte y el sentido de la vida y de la muerte.