La primera edición de este libro, publicada por el Instituto Colombiano de Administración (Incolda) y el Colegio de Estudios Superiores de Administración (CESA) en 1994, bajo la orientación de Marco Fidel Rocha, incluía un prólogo de Rodrigo Gutiérrez Duque muy apropiado para la época en que fue escrito, y no hemos querido prescindir de él en esta nueva edición por considerar que contiene apreciaciones absolutamente vigentes. Rodrigo Gutiérrez, por varios años uno de los más altos directivos de la Organización Corona, fue mi mejor jefe, mi maestro por su ejemplo y el motivador por excelencia para mis inquietudes. Por sus calidades personales, por su visión frente a los asuntos públicos, por la prudencia que caracteriza sus actuaciones, mereció ser designado en el famoso Comité de Sabios que dio al país una lúcida perspectiva acerca de la educación que necesitamos. Debo a él, a mi esposa Marta Inés Bernal y a muchas otras personas (amigos, gerentes, consultores) la idea de reescribir este texto con el propósito de revisar algunos episodios desde la experiencia cotidiana. La denominación inicial, Memos para la gerencia, resaltaba el hecho de que se trata de interpretaciones y enfoques breves sobre la realidad administrativa, presentados más como recetas útiles que como sólidos conceptos llenos de erudición y doctrina. Esta intención se mantiene, a pesar del cambio en el título. Estos "pensamientos de trabajo", como prefiero denominarlos, comenzaron a escribirse hace muchos años y fueron tomando forma bajo diversos imperativos didácticos. Algunos conceptos se han incorporado al lenguaje ordinario de los gerentes y tienen menos gracia que antes. Suele ocurrir. En la anterior edición decíamos que los lugares comunes de la administración pasan de mano en mano hasta que sus autores se pierden en el anonimato. La excepción la constituyen personajes como C. Northcote Parkinson, Laurence J. Peter y el capitán Ed Murphy, cuyas leyes organizacionales se difundieron por todo el mundo y son citadas en los más diversos escenarios. No aspiramos a tanto, pero sí a que esta lectura suscite al menos una reflexión. Libros, artículos, documentos y revistas llegados a mi escritorio han sido fuente de inspiración. Debo confesar que he memorizado algunas citas sin reconocer a su autor, y que por eso mismo reproduzco unas cuantas ideas ajenas. El lector especializado sabrá entender esta situación como el producto de la creciente universalización del conocimiento. De todas maneras, las notas al pie pueden servir de guía a quienes deseen explorar a fondo algunas de las ideas expuestas. No sobra decir que lo que pueda encontrarse de polémico en este libro es, por obvias razones, responsabilidad mía y de nadie más.