Partiendo del supuesto diario de Roger, Duque de Lunel, que abandona su Provenza natal por arrepentimiento, seguimos la evolución humana del protagonista. Unido a los peregrinos y milites que van a protagonizar la Primera Cruzada, con la promesa de indulgencias y salvación. Roger descubrirá a lo largo de su peripecia que la codicia, la crueldad, el asesinato y la destrucción, acompañan a aquellos guerreros de Dios. En su lucha contra el infiel, encuentra el amor en los brazos de una mujer musulmana, descubriendo que para sus oponentes, ellos también son infieles, y dando un vuelco total a su mundo. El ambicioso Raimundo de Tolosa, el atípico obispo Ademar; espada en mano; el Conde Bohemundo, La Santa Lanza, personajes y situaciones reconocibles por cualquier buen aficionado al mundo medieval. Atrapados entre las tensiones de la Iglesia Romana y la Bizantina, nos encontramos ante una hermosa historia de amor a dos bandas. Los sentimientos de Yasmín y Roger en el epicentro de la locura de un mundo convulso, y el amor (oculto y prohibido) de Eustaquio hacia Roger, capaz de vencer todos los obstáculos. Roger de Lunel vive en primera persona la carnicería genocida que fue la toma de Jerusalén, y todas sus creencias comienzan a tambalearse. A su alrededor la superstición, el fanatismo, la intolerancia religiosa, ermitaños o visionarios juegan un papel fundamental en un mundo de maniobras políticas, donde la consecución del poder y las pasiones terrenales, están enmascaradas tras coartadas religiosas. Deus le vult (Dios lo quiere), es el grito de los cruzados que; decidiendo la voluntad de Dios; acometen todo tipo de atrocidades. Escrito como un cuaderno de memorias, nos traslada hasta los últimos días del protagonista, que nos relata su desesperanzado (y predecible) final. Único epílogo que podía esperarse en aquellos pavorosos días. Un epitafio doloroso, que deja un nudo en la garganta del lector. La grandeza de un hombre que no se rinde, que no pierde la esperanza aunque se sabe derrotado. El Cruzado se deja leer con intensidad. Su desarrollo histórico es apreciable, certero, sin un exceso de información que lastre la dramatización. Pero ante todo es crónica y testimonio de una epopeya humana que no deja indiferente.
hace 8 años