«Salgo hoy para unirme a las fuerzas de Raimundo, mi señor, en su gran peregrinación armada a Jerusalén. ¡Jerusalén! ¡La palabra ya resuena como una trompeta! ¡Cómo llama a las puertas de mi alma para que acuda a liberarla! Jerusalén, la ciudad santa, la ciudad de Dios...» Narrada en la voz de su pr...