El odio entre hermanos quizá sea el más profundo: viene de las rivalidades, del conocimiento del otro y de la infancia. Hay ocasiones que no se sabe que habita en nosotros y sólo al volver a convivir como familia ocasiona que todos esos resquemores se vuelvan actuales. Eso, al menos, es lo que le pasa a los personajes de El bosque de los abedules, de Jaroslaw Iwaszkiewicz (Kalnik, Ucrania, 1894-Varsovia, 1980). Stas es un moribundo que va en busca de un lugar donde descansar y para ello no encuentra mejor sitio que la casa de Boleslaw, su hermano que vive en el bosque y que recientemente enviudó. Ahí, presiente, podrá encontrar la paz que le permitirá llegar a una muerte tranquila. Sin embargo, “Ya en la forma como Stas descendió de la calesa frente a la terraza había algo que irritó a Boleslaw”. Así, esta novela nos cuenta los desencuentros y pasiones que surgirán entre estos hermanos.
Stas es un tuberculoso que ha recorrido el mundo, Boleslaw es un trabajador ejemplar, que vive en un mutismo que ni su pequeña hija Ola ha logrado romper. Son, por decirlo de una manera, un moribundo lleno de vida y un hombre sano que sólo sobrevive. Por ejemplo, para Boleslaw: “La tumba y el cuerpo [de su esposa] para él carecían de existencia, sólo sentía infinitamente la muerte de esta mujer fea pero amable, que durante algunos años había sido su esposa… Sufría su ausencia y recordaba su agonía. Ésta era la única e insustituible realidad”. En cambio, Stas acompañado de un piano que mandó a traer del pueblo más cercano, tocaba música alegre, le contaba historias a su sobrina, caminaba por el bosque y se relacionaba con los empleados de Boleslaw; es un hombre de charla fácil y, más aún, con este encanto conquistó a una de las trabajadoras de su hermano (quien después se volverá la obsesión moral y erótica de Boleslaw).
El bosque de los abedules es una novela que explora los peores sentimientos en el hombre. Está enclavada en un pequeño bosque donde dos hermanos se convierten en enemigos por aquellos sentimientos tan profundos y humanos como los celos. No es que Boleslaw desee lo que Stas representa, sino que siente envidia de no poder ser como él. A eso, además, se suma el darse cuenta que su vida ha sido un continuo flotar en la superficie (lo que provocó que no descubriera que su esposa le era infiel con un hombre que contaba historias fantásticas a su hija). “Boleslaw advirtió que la muerte de Stas le había resuelto la vida. Con la muerte de su hermano llegaba la serenidad anhelada y la aceptación cabal de los incidentes pasados”.
Sin embargo, al morir Stas la historia no termina, sino que se potencian las reacciones de Boleslaw lo que permitirá que al final del libro descubramos cómo la desesperanza es capaz de engendrar vida y cómo las vidas insignificantes son las que más nos retratan como seres humanos.