En esta novela, que tiene bastante de “road book” la autora hace coincidir dos tramas, la primera, el viaje en coche desde Nueva York hasta Arizona, que realiza con sus dos hijos pequeños una pareja que se dedica al estudio y análisis de los sonidos, aunque en diferente plano, y la segunda, la odisea de los menores migrantes que intentan llegar solos a Estados Unidos.
La primera parte, narrada por la madre, resulta un poco densa, explicando con mucho detalle las fuentes y las diferentes técnicas que utilizan para realizar sus grabaciones, a la vez que, por sus pensamientos, vamos conociendo el distanciamiento de la pareja. Sin embargo, la segunda parte, narrada por el hijo mayor, de diez años, es mucho más amena e inquietante y en un momento un tanto surrealista, se fusiona con la ficción de un libro que la madre les va leyendo en el camino “Elegía para los niños perdidos” en el que se relatan las terribles vicisitudes por las que pasan cada día miles de niños que intentan entrar furtivamente a los Estados Unidos, donde algunos son apresados y deportados, otros (los menos) lo consiguen y otros acaban muriendo por diversas y crueles circunstancias .
Una novela descriptiva y conmovedora, aunque quiero destacar que me pareció exagerada la cantidad de conocimientos, los recursos y la cultura en general que tienen los niños para su edad, 10 y 5 años, y por otra parte, me sorprendió el casi inexistente protagonismo del padre, quien apenas tiene voz a lo largo de la historia, pero aparte de eso, la verdad es que a partir de la mitad, la trama me atrapó y la disfruté mucho.
hace 4 años
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