Si Georges Perec logró escribir, en francés, una novela lipogramática de trescientas páginas sin la letra E (y al traducirla luego al castellano un grupo de estudiosos del OULIPO lo hicieron sin la letra A), en este libro el lector encontrará un relato lipogramático de algo más de treinta páginas sin la letra A y con un epílogo monovocálico adobado sólo con la letra A. Resulta curioso cómo la ausencia de una vocal determina incluso el tema y el tono de la escritura. Otros cuatro homenajes literarios (a Cortázar, El Lazarillo de Tormes, Borges-Richard Bach y la olvidada Jeanne Duroc), completan este juego de espejos y cuentos dentro del cuento que es el espejo de cada tiempo. Metaliteratura, sí, y una puesta en abismo dentro de la muñeca rusa, pero también mucha emoción y no poca pasión es lo que se desprende de la lectura de estas páginas. Escribir es como hacer café. En el libro que ahora se ofrece la materia prima es, sin duda, de buena calidad. Sin duda su destilación agradará igualmente al lector.