Viento o no, ola pasada no vuelve, ni hay cien años que la resista, decidí madurando romper las cadenas que me ataban al puerto de mi condena y alargué la mano meticulosamente hasta sacar el móvil de mi precioso bolso. Y en lugar de permanecer ajena a mi historia, por vez primera me propuse contarla. Las circunstancias del guion lo venían exigiendo y era una señal que yo interpretaba como realmente positiva no quedar varada de nuevo en los obstáculos, en las conversaciones banales de que lo que estás contando no es un problema grave para ti, en restarle importancia al amor, olvidando forzadamente donde el corazón no manda y donde más te hiere, la parte más interna de mi fuero trasvasada paso a paso también al alma entera y por ello ya sobrepasara límites insospechados hacía la década... Estas son las palabras de Silvana, que tiene un amor secreto y nunca antes se había atrevido a decirlo. Algo que cambiará su vida.