La tragedia del hombre contemporáneo tiene, además de la indiscutible y consabida parte humana, una parte técnica igual de rotunda, y esta va más allá del campo bélico. En este sentido, el desastre nuclear ocurrido en la central ucraniana de Chernóbil es un paradigma, pero la combinación de cuestiones tecnológicas e industriales con las históricas, sociales o sanitarias no facilita la narración de lo sucedido. Mantener cierta simetría entre aspectos tan dispares es francamente difícil.
Con el relato de su regreso a Chernóbil y a Prípiat, el núcleo de población nacido al amparo de la central, la ciudad condenada a ser un fantasma, Andrew Leatherbarrow da forma a un libro muy atractivo, que mantiene el equilibrio en cuanto al desarrollo, intensidad y extensión de los temas que aborda.
Pero "Chernóbil" no es el diario de un viaje, ni un curso acelerado sobre energía nuclear, ni tampoco una sucesión de gestos heroicos, errores individuales y pecados colectivos. De forma escalonada se suceden las explicaciones sobre las causas que condujeron a la desgraciada madrugada del 26 abril de 1986 y sobre las consecuencias de la que fue, es y será una tragedia en movimiento expandida sin remedio, de un infortunio que gestó y dio a luz una amenaza perpetua.
Chernóbil no ha muerto, buena parte de sus protagonistas sí, pero el accidente es, como sus secuelas, eterno. Transmitir este mensaje es vital y por este motivo el libro de Leatherbarrow es imprescindible. Los hombres y mujeres del presente y del futuro, nacidos o no en Ucrania, deben conocer la tierra que pisan y lo que en ella sucedió.
Dejar de hablar o de escribir sobre Chernóbil no oculta la realidad ni obvia los resultados de una catástrofe que supera cualquier límite espacio-temporal.
No es fácil encontrar un volumen que haga de Chernóbil una historia comprensible ni que te permita escuchar el blues terriblemente triste que cae sobre Prípiat y que en realidad no es un blues, sino los gritos de un cielo que conoció la vida pero al que herimos de muerte y aún hoy agoniza. Sin ser un escritor al uso, Andrew Leatherbarrow ha escrito un libro necesario y ha conseguido que contemplemos la fantasmagoría que por siempre se representará en Prípiat, el otro lado del telón de acero y de la energía nuclear. (Jorge Juan Trujillo, 16 de marzo de 2020)