En “Balcones ajenos”, Grela Bravo consigue la proeza de capturar una paradoja: hablar de la inmediatez, de la casualidad y lo efímero, al mismo tiempo que sus relatos transpiran más allá de sus planteamientos formales. Sus historias son cortas, pero cuentan mucho, y convierte al lector en cómplice de sus omisiones: es el lector quien da sentido, con sus vivencias, con sus reflejos, a las ideas que la autora imprime a sus relatos.