Hoy en día es del todo irrisorio referirse a los máximos exponentes de la literatura universal y no citar a Lev N. Tolstói. Su prosa sencilla y elegante, una innata capacidad narrativa, así como su maestría a la hora de crear un vínculo contextual coherente entre sus obras y un marco histórico tan sustancioso como apasionante, son algunos de los puntales de su genio. Así mismo, su profundo entendimiento de la naturaleza humana permite a Tolstói labrar una espléndida disección de los impulsos anímicos. Tal compendio de virtudes logra trascender en gran parte de su obra. En especial, en la colosal Guerra y paz, una perfecta recreación histórica de la Rusia en los tiempos del yugo napoleónico, y en la novela que nos ocupa, Anna Karénina. Esta es una novela realista en la que se intercalan las peripecias de tres parejas de la aristocracia rusa de la segunda mitad del siglo XIX. Emparentada con Madame Bovary, del francés Gustave Flaubert por palpables razones de contenido, Anna Karénina es, así mismo, algo más que un relato de pasiones desbocadas. Es un majestuoso tapiz de situaciones y personajes memorables que fluctuan entre el deseo, el tedio, la incertidumbre, la decepción y un anhelo infructuoso de felicidad. Un abrumador retablo de emociones que deslumbra tanto en la desazón espiritual de Konstantín Dmítrich (Levin), como en el enmarañado jardín emocional de la propia Anna Arkádevna. Así, y sin ánimo de desvirtuar el optimismo pueril de Stepán Arkádevich, la receptiva distinción del conde Vronski, o la cándida belleza de la joven Kitty, por citar algunos, Anna y Levin simbolizan una dualidad esencial en los distintos pasajes de la novela: la serenidad, pureza y austeridad de la vida rural frente a la artificiosa existencia de la ciudad moscovita. Un glorioso entramado de un Tolstói que por aquel entonces acarreaba una profunda crisis existencial (el paralelismo con el terrateniente Levin es más que notorio), desvelando así su inherente capacidad de extraer grandeza incluso en sus momentos más oscuros. Calificada por Fedor Dostoievski, contemporáneo de Tolstói, de obra de arte perfecta, Anna Karénina puede bien considerarse la obra maestra de un autor en pleno apogeo de madurez creativa. Relato de adulterio y novela sociológica confluyen en uno de los mayores hitos de la literatura de todos los tiempos.
hace 9 años
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