The Wanderers no son la única banda del mundo. Los más temidos son los Ducky Boys, cientos de locos de origen irlandés que de repente salen de los callejones como ratas espumajeantes con navajas pasadas de moda y bates de béisbol. Sin embargo, la novela no trata acerca de bandas adolescentes, sino sobre la supervivencia y la búsqueda de respuestas a preguntas no formuladas. También sobre la desintegración de The Wanderers a medida que sus miembros se van, arremeten contra la realidad o avanzan a trompicones en el mundo real lejos de la seguridad de la banda. Gracias a la maestría de Price reconocemos la pose de los adultos, los miedos, el miedo al miedo, los mitos sexuales y las torpezas. Reconocemos la furia que produce un mundo que te dice que eres o demasiado viejo o demasiado joven; vemos el dramático romanticismo de los chicos que intentan interpretar un papel que no entienden.
Atormentados por chicas con el corazón de hielo, ignorados profesores apáticos y atermorizados por un niño-asesino de sangre fría, bandas maniacas y padres con instintos asesinos, estos jóvenes se encuentran atrapados en el improbable limbo que queda entre la infancia y el mundo adulto