Publicada a regañadientes por su propio editor, que la juzgaba inmoral y apenas la distribuyó, Nuestra Carrie pasó prácticamente inadvertida en el momento de su aparición, en 1900. Con el tiempo, sin embargo, habría de ser considerada la gran novela naturalista norteamericana. En ella Dreiser trazó la completa carrera de un a heroína desde que, en las primeras páginas, deja su pueblo natal llamándose Caroline Meeber hasta que, en las últimas, ilumina con su nuevo nombre, Carrie Madenda, las carteleras de los teatros de Broadway. Dos ciudades hipnóticas, Chicago y Nueva York, ya se habrán rendido a sus pies y dos hombres, Drouet y Hurstwood, habrán observado, seguido, propiciado y sufrido su ascenso.