Entre el 2014 que se fue y el 2015 que vino, años de conmemoraciones, "Niebla" pasó inadvertida. Miguel de Unamuno es uno de esos autores "no comerciales", inclasificables, y las editoriales le dan poca publicidad.
"Niebla" apareció en 1914, y cien años después volvió a ver la luz gracias a Ediciones del Viento. Ilustrada, como se estila ahora, pero igual de unamuniana hasta en la introducción de Pollux Hernúnñez.
La historia no es una maravilla, es más, me atrevería a decir que es un folletín de los malos, pero las cavilaciones y reflexiones de Augusto Pérez, el personaje principal, son filosofía pura.
No creo que nadie haya definido mejor el ánimo de los españoles: -No, el que duerme y sueña no tiene reales ganas de nada. Y usted y sus compatriotas duermen y sueñan, y sueñan que tienen ganas, pero no las tienen de verdad. Ni quien haya planteado el verdadero valor del personaje de ficción, un instrumento capaz de inmortalizar al autor.
"Niebla" y Unamuno son esto mismo, meditaciones soterradas con forma de novela donde realidad y ficción se mezclan por completo
Mención aparte merecen los pensamientos de Orfeo -más de un amante de los animales debería leerlos-. El perrito de Augusto y su propio amo divagan sobre su condición y sobre sus mutuas relaciones: "¿Por qué somos hombres los hombres sino porque hay perros y gatos y caballos y bueyes y ovejas y animales de toda clase, sobre todo domésticos? ¿Es que a falta de animales domésticos en que descargar el peso de la animalidad de la vida habría llegado el hombre a su humanidad?"
No me extiendo más. Merece la pena releer la novela, la nívola -así la llamó el autor-, de Miguel de Unamuno.
hace 9 años
15
-2