En el Berlín de la segunda mitad del siglo XIX una mujer muere a manos de un profesor universitario en las zonas comunes de un patio de vecinos mientras su compañero duerme bajo el efecto de las drogas. Desde el primer momento, pues, Ohri ofrece al lector la identidad del autor del crimen dejando claro, ante ello, que las pesquisas de la investigación y los perfiles de los sospechosos no serán el centro de la trama y la vertiente policiaca de la novela queda relegada a un segundo plano. Julius Benthein, joven estudiante que trabaja dibujando bocetos de hallazgos de cadáveres y del desarrollo de los juicios, muestra a través de sus puntos de vista e impresiones la forma con la que, en el proceso judicial, se van poniendo de relieve cuestiones morales y dilemas sobre el bien y el mal. Con el trasfondo de una Alemania que quiere salir de la oscuridad y la superstición representada en personajes como el pastor protestante, padre de la prometida de Benthein, que censura las lecturas de su hija, la obra refleja las corrientes naturalistas germánicas de la época al retratar con crudeza la realidad social del momento. Novela que, si bien en lo que se refiere al gancho de la trama pierde interés considerable tras los primeros capítulos y resulta tediosa si el lector basa su interés en la historia y el argumento, plasma la decadencia de una época y lleva al lector a reflexionar sobre los límites del Derecho penal cuando entra en colisión con lo inevitable de la naturaleza humana. Así, con el título “La musa oscura” se hace referencia a la forma con la que la maldad influye en el comportamiento de las personas. www.antoniocanogomez.wordpress.com
hace 2 años