Una helada mañana de enero de 2006, un fotógrafo hace un descubrimiento aterrador: en el pequeño pueblo de Hesjovallen aparecen brutalmente asesinadas diecinueve personas. Ante semejante atrocidad, la policía sospecha que puede tratarse de la obra de un perturbado. Sin embargo, la jueza Birgitta Roslin, en Helsingborg, al leer el suceso se entera de que entre las víctimas se encontraban los padres adoptivos de su madre, August y Britta Andrén; cuando busca más información, descubre que también en Nevada, Estados Unidos, ha muerto asesinada una familia apellidada Andrén. Una sospecha comienza abrirse paso en su mente. En el lugar del crimen se ha encontrado una cinta de seda roja, y Birgitta cae en la cuenta, fortuitamente, de que es una de las cintas que cuelgan de los farolillos de un restaurante chino de Hudiksvall. En sus investigaciones, Birgitta viaja hasta Pekín, donde se verá involucrada de pronto en la cruenta lucha de poderes dentro del Partido Comunista Chino. Como potencia mundial en pleno desarrollo, China se enfrenta al grave problema de la falta de materia prima y al de millones de campesinos pobres sin acceso al creciente bienestar; en tal encrucijada, una posible solución consiste en enviar fuera del país a esos campesinos para que colonicen grandes zonas de África... Entretanto, Birgitta es sometida a una implacable persecución que la pone en grave peligro. Así arranca El chino, una novela trepidante de Henning Mankell que sitúa a los lectores no sólo en la Suecia y la China actuales, sino también en escenarios que, en el siglo XIX, fueron testigos de grandes dramas