Pura literatura. Detrás de esta historia intrascendente de monótona cotidianidad, hay una delicada y depurada forma de narrar la emotividad. Cicatrices soterradas que nunca se acaban de cerrar, tragedias emocionales que laten irremediablemente a su viva e ilógica voluntad... Hay que tener una gran longevidad estilística para escribir así. Una luminosa puesta en escena en la que predomina de forma exultante la sensibilidad más personal. Una preciosidad laxa que campa por los verdes pastos resacosos de un verano plagado de orfandad. Introspectiva, plácida y genial.
hace 8 años