Madrid, 2008. Quedan pocos meses para que estalle una crisis financiera global, que resultará profunda y duradera. En un edificio de la calle de Velázquez, esquina con la de Goya, un salón de lujo prosigue su actividad habitual sin prestar más atención que a las perentorias exigencias del Deseo. Ahí se allegan docenas de mujeres adineradas procedentes de todos los rincones del planeta, ávidas de poseer algún par de zapatos diseñado por Sacha Wollenhaupt; ahí hallan la extraña pericia de este maestro zapatero, así como la fina sensibilidad de su principal colaborador, Arcadio Canalejas, y el excelente quehacer técnico de los artesanos que trabajan en la firma. En segundo plano, desfilan los demás residentes y usuarios del edificio: cuatro señoronas que regentan un mercadillo benéfico; un reputado notario; un viejo ilusionista fracasado que insiste en referir insólitas anécdotas de su pasado o su fantasía; y una influyente, enigmática mujer, que se pasea por el Barrio de Salamanca con un gato con hechuras de tigre. Las vicisitudes de esos personajes, y algunos otros no menos vistosos, se entretejen en una trama donde adquiere relevancia cierta aventura amorosa entre una joven diva de la escena internacional, que prepara Penélope, o las 7.000 Noches de la Tentación (monólogo dramático a estrenar en el Teatro Romano de Mérida), y un banquero de familia aristocrática, casado, un tanto desorientado respecto al rumbo que desea dar a su vida.