Resumen

Mientras se encamina a la boca de metro Sara se fija en una chica que juega con un perro en la mitad misma de la plaza. Al llegar junto a ellos, Sara no puede evitar agacharse junto al perro y acariciarle. La chica se agacha también, de modo que ambas quedan a la misma altura. Una vaharada de su olor llega hasta Sara. (…) Con los sentidos agudizados por el dolor Sara lo percibe con una intensidad inusitada. Le resulta evocador, tal vez tranquilizador. Dan ganas de refugiarse en el hueco de su cuello y llorar todas esas amargas lágrimas que se esconden tras sus ojos y que día tras día empapan sus mejillas. Pero no está bien visto tirarse a los brazos de las desconocidas por lo que Sara continúa acariciando al animal. Sara se atreve a observar a la chica con más atención. Es joven, probablemente no más de veintiuno o veintidós. Y también guapa. Cabello moreno y unos bonitos ojos verdes. Pero su mirada perdida no denota juventud sino hastío. Y ver que alguien tan joven parece tan cansado de todo merma todavía más su ánimo. La vida no sólo es una mierda para ella. Lo es para todos".