Mientras recuerda su incorporación a la escuela de vuelo de la RAF, durante la II Guerra Mundial, el autor intercala breves historias de su experiencia como veterinario en el pueblo de Darrowby, en Yorkshire.
Narrado en primera persona y con bastante humor, son relatos amenos y divertidos, una delicia de leer, en el que el desfile de vacas, perros, cerdos, gatos y caballos, nos traslada a una época que ya queda lejana y en la que los medios de los que se disponía no son los actuales, pero la pasión que transmite por los animales no deja de ser tierna y entrañable.
Las aventuras y anécdotas de un veterinario rural y sus vivencias como piloto resultan una lectura sencilla, desenfadada y muy amena, que se lee con placer. Muy recomendable.