De lo cotidiano a lo absurdo, sorprendente e incluso cruel hay un solo paso en el imaginario de Mila Guerrero. Sus personajes se sienten a menudo extranjeros en un mundo cuyas leyes desconocen o prefieren ignorar. Es el caso de la nórdica Ingrid en un pueblo costero del sur en el que el levante “vuelve a los locos más locos, y a los cuerdos les da la justificación necesaria para dejar de estarlo”, o al protagonista de “Un corazón de hormiga”, que se enfrenta por todos los medios a la imposibilidad de tasar los bellos despertares de Elena.