El narrador de Sol poniente pasa revista a distintos momentos de la historia de su familia, episodios íntimos que configuraron su manera de estar en el mundo: las tardes con su abuela de poderoso y singular carácter o el trato con las amigas de esta, la extraña huida del hogar del padre y su posterior regreso, los juegos en la calle con los amigos del barrio, el turbio incidente en un autobús nocturno que marcaría su identidad sexual. Y como eje que atraviesa todos esos recuerdos, el nacimiento de su hermano afectado de parálisis cerebral, el progresivo desvelamiento de la enfermedad y el modo en que la desgracia afectó a sus parientes. Escrito con naturalidad, gusto y delicadeza, desde una poética impresionista que tiene en la contención su mayor virtud, el relato toma la forma de postales cotidianas y desordenadas, a veces mínimas, con las que Antonio Fontana explora su memoria sentimental. Sus palabras trazan por medio de experiencias y emociones sencillas un vívido y conmovedor retrato que logra transmitir, desde la atención a las pequeñas cosas, una honda verdad literaria.