Claudia,una doctora de 40 años, reticente a las relaciones cercanas tras un matrimonio frustrado, encuentra a Henry, un hombre con quien puede tener la clase de relación libre y fácil que es lo que exactamente pretende. En el proceso descubre su forma real de ser, y cuando Henry muere tras una absurda pelea con unos adolescentes, reflexiona sobre el tiempo que pasaron juntos con su vida entera como telón de fondo, con la gélida precisión disectiva de un cirujano. La fría narración analítica es en si misma motivo de atención; los resultados del análisis lo son aún más. La mujer ve que ha sido engañada por la vida, y pronto conformará algo positivo a partir de su situación, describiendo cómo ésta le da una coraza contra los peligros de ser dañada de nuevo. Se hace progresivamente evidente que esto representa la erosión o destrucción de toda sustancia humana y que es, al mismo tiempo, una condición de trivialidad miserable que uno se siente inclinado a aceptar como mero lugar común. Esto es lo que hace a esta prosa tan impactante.