La revolución no comenzó con Lenny Snyder, sin embargo, fue capaz de acabar con él y su familia. Cuando Lenny supo que vencer era imposible se hizo la misma pregunta que su hijo Freedom, porque cuando la revolución muere, ¿qué sucede con la vida del revolucionario?
A través de Freedom, de sus recuerdos de niñez, los años sesenta y setenta cobran vida y con ellos las tumultuarias protestas callejeras en los Estados Unidos. De la mano de su madre, a la sombra de su padre -agitador entre los agitadores- Freedom estuvo en todas: contra la guerra de Vietnam, en apoyo de los ecologistas, contra la segregación racial.
Después de mil batallas, de innumerables detenciones e incontables heridas, sobrevino la posguerra familiar, el racionamiento de padre y madre, la terrible escasez de uno mismo.
Con Joshua Furst regresamos a aquellos estadounidenses caóticos, sicodélicos, antinada y antitodo, alternativos, reivindicativos, hippies.
Es un retorno vertiginoso, apresurado, tan fugaz como el ascenso de Snyder y tan lento y calamitoso como la desorientación de su mujer y su hijo.
Los cambios en el ritmo narrativo, las aceleraciones y deceleraciones son perceptibles sólo en los estados de ánimo de los personajes, no en una escritura que, por inteligente y discreta, pasa desapercibida.
Pero más allá de los personajes y de la propia narración, resulta singular la versión infantil de una sociedad invitada al conflicto y, sobre todo, la visión del rumbo incierto de los promotores de la agitación cuando la agitación se hizo historia.
Recomiendo la lectura de Revolucionarios porque aborda la historia de una América sin americanos estereotipados, porque nos acerca a un momento álgido desde la lejanía incrédula de un niño y porque, finalmente, nos mueve a la reflexión y a preguntarnos qué fue de aquella gente.
Sólo un pero: echo de menos una breve nota histórica. Tengo la certeza de que muchos lectores hispanohablantes desconocerán que Lenny Snyder es el trasunto de Abbie Hoffman (1936-1989), destacado activista entre los años sesenta y setenta. (Jorge Juan Trujillo, 21 de diciembre de 2019)