La mujer que habla en esta primera novela de Ana Rodríguez Fischer no es ficticia. Ha dado voz a la portentosa Maruja Mallo, pintora surrealista, musa de la generación del 27, trashumante, exiliada, olvidada; una voz interior, de bellas inflexiones, con la que consigue desplegar ante nosotros el proyecto vital y estético de una de las grandes desconocidas del arte español del siglo XX.