A Martín, el protagonista del libro, siempre le pagaron otros las facturas emocionales. Pero ahora se encuentra con que le han dejado sin dinero con el que cubrir un último envite. Cuentos infantiles dejan paso a canciones pop en una suerte de estadio de inmadurez perpetua. La sensación sigue siendo la misma: la fiesta está en otra parte. Un mundo atrozmente sentimental en el que verdugos y víctimas unos de otros, buscan refugio en pisadas, camas y trajes de anteriores inquilinos.