Resumen

Alberto, Eva y Daniel eran adolescentes en aquel cálido verano en Valladolid. Se lanzaban a la vida y oían embelesados las aventuras de un ex boxeador enamorado de una actriz americana. Años después aquellos jóvenes se reencuentran, ya maduros, para descifrar aquel tiempo, con sus secretos, sus tardías revelaciones y su propio lenguaje, que en ese entonces se balbuceadba: el inagotable lenguaje del amor.

2 Críticas de los lectores

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Pon un bloque de hielo al sol. Al principio resulta compacto, brillante incluso. Pero con el paso del tiempo, o de las páginas, el hielo se derrite, se hace agua, en el suelo no queda huella alguna de humedad. Eso es 'Mi querida Eva', una novela que arranca bien y acaba siendo caótica. Decepcionante.

hace 4 años
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Las complejidades del amor vistas desde el reencuentro en la madurez y la jovialidad efervescente de la adolescencia. Curiosas estampas de la Valladolid de los años 60, con las que el autor retrata la banalidad de la pasión y la fragilidad de la inocencia, cuando se tienen sobradas o desmadradas energías y se carece de determinadas experiencias. Gustavo Martín Garzo goza de una hermosa y sencilla prosa que tiende en determinados momentos hacia la excelencia. Pero las últimos 30 páginas, y el exceso vacuo y almibarado de su pormenorizada cadencia poética, hacen que al final patine en el asfalto de esa baqueteada y socavada carretera sempiterna. "El amor es un niño tímido al que le da miedo la severidad; si se despierta en plena noche tienes que acudir a su encuentro y cobijarle en tus brazos sin importarte la hora que sea". Todo acaba siendo como un filtro aguado y descafeinado de superflua indiferencia.

hace 8 años