"Hace cincuenta años que no se recuerda aquí nadie que haya muerto de accidente en el mar. A veces la ola vuelca el barco, envuelve a los hombres y los deja sin sentido. Cuando los sacan por muertos, fuera del mar, los meten en sal como a las sardinas, “para apretarles los huesos”. Es gran remedio, dicen. El año pasado hubo uno que, después de estar en sal durante cuarenta y ocho horas, todavía volvió en sí".