Horace Rumpole es un abogado ya entrado en años con una larga carrera en los tribunales, que decide plasmar sobre el papel algunos de los casos más notables en los que ha trabajado. Tras una pequeña introducción sobre el propio narrador y los personajes que le son más próximos (esposa, hijo y los compañeros del bufete de abogados), pasa a narrar seis de sus intervenciones en los tribunales de justicia. Divididos en seis capítulos, pueden también ser leídos como relatos independientes.
Rumpole es un personaje singular que acaba resultando entrañable, en el que destaca su costumbre de citar constantemente a escritores británicos y su peculiar y sarcástico sentido del humor. Es conocido en los juzgados y en las celdas de la prisión “por no declararme nunca culpable, por fumar un purito detrás de otro y por citar a Wordsworth a la menor oportunidad”. Defensor de todo tipo de delincuentes y a menudo de causas perdidas, su sentido común, junto a su peculiar carácter y los métodos que utiliza, hacen que los juicios en los que participa sean amenos y con giros inesperados. Los casos en que Rumpole ejerce de abogado defensor son diversos: un adolescente acusado de robo, una chica acusada de traficar con drogas, una violación, un divorcio, el robo de una caja fuerte y un asesinato. Su intuición, ingenio y a veces dotes de detective, le hacen salir exitoso en algunas causas declaradas perdidas de antemano.
Como trasfondo de la novela hay que saber que el padre del autor (en el que parece que se inspiró) fue un abogado de renombre, y el mismo John Mortimer siguió sus pasos y ejerció como abogado, por lo que sin duda sabe de lo que escribe. Además el personaje de Rumpole inspiró una popular serie británica de televisión.
Escrita con un estilo fluido, es una lectura muy entretenida y que destila humor británico, me ha gustado mucho y la recomiendo. He leído que hay otro libro publicado por Impedimenta con más casos de Rumpole (“Los juicios de Rumpole”), y ya estoy deseando hacerme con él.